En plena era donde todo se denota como “toxico”, es inevitable encontrarnos con personas problemáticas. Jefes autoritarios y descalificadores, vecinos quejosos, compañeros de trabajo o estudio envidiosos, parientes que siempre nos echan la culpa de todo, hombres y mujeres arrogantes, irascibles o mentirosos. Todas estas personas “tóxicas” nos producen malestar, pero algunas pueden arruinarnos la vida, destruir nuestros sueños o alejarnos de nuestras metas y sobre todo de nuestra condición (NO meta) de la felicidad.